El Corán azul

Un inventario de los manuscritos de la Gran Mezquita de Kairouan, redactado en 693 H./1292-1293 J.C., se refiere a este corán en estos términos: « En siete volúmenes en gran formato escrito con oro en una escritura cúfica sobre pergamino azul-negro. Las azoras, el número de versículos y los hizb son escritos en plata; envuelto en una piel estampada sobre madera forrada de seda".
Hoy en día, este manuscrito está conservado en Túnez, salvo los cuatro primeros jûz, esparcidos en los museos y colecciones privadas por el mundo.
Según unos análisis, la vitela es tintada con añil y rubia, materiales que proceden del comercio indio ó egipcio, que se desarrolla a partir del siglo X. El dorado ha sido fijado con clara de huevo.
La grafía de la escritura cúfica con tinta dorada es compacta y no ofrece ninguna indicación acerca de las vocales. No obstante, existen algunos signos diacríticos, según el método desarrollado por al-Hajjaj ibn Yusûf ibn Matâr.

Una cabecera formada con un follaje denso estilizado y dorado, puntuado con rojo y azul, indica el principio de la azora. Parece proceder de un motivo marginal que evoca a un árbol. Justo debajo, con tinta plateada, figura el nombre de la azora y el número de versículos. La división de los versículos se indica con rosetas plateadas, actualmente oxidadas. En el resto del folio, el décimo versículo se indica con una letra (numeración en abĝad). El orden numérico de las letras utilizadas ha permitido a J. Bloom definir un origen magrebí y deducir que procedía de Ifriqiya ó de Andalucía. Sin embargo, el hecho que pertenece a la Gran Mezquita de Kairouan y que esta colección contiene otros coranes datados con las mismas características graficas, justifica que proceden de Kairouan. El cúfico andaluz, arcaico comparado a su equivalente de Ifriqiya, no parece haber podido dar luz a una producción tan refinada. Por otra parte, el número de folios del corán redactados en cúfico y encontrados en la España andaluza es tan bajo que no permite llevar un estudio comparativo.

La elección de los colores impregna el libro santo con una gran espiritualidad. Efectivamente, el azul simboliza el color celeste y las letras doradas la luz divina que difunde la palabra de Dios. Parece que esta tradición haya sido transmitida a los Musulmanes por los Bizantinos que utilizaban manuscritos de color purpúreo con escritura dorada. Parece ser que otros coranes azules existían también en el Oriento Próximo abaside. Las fuentes históricas relatan que el califa al-Ma'mûn poseía un ejemplar. Esta tradición existía a la misma época en el Occidente cristiano y en Bizancio.
Esta técnica parece mantenerse en el Magreb hasta el siglo XV al menos, pero sobre papel. Un corán, actualmente conservado en la Biblioteca nacional de Paris, tintado de rojo-marrón y cuya escritura es dorada para los títulos y plateada para los textos, parece haber sido robado por los Españoles durante el saqueo de la ciudad de Túnez en 1535. Es datable del reino del soberano hafside Abû Fâris ‘Abd al-‘Azîz al-Mutawakkil (1394-1434). Otro corán, actualmente conservado en la Biblioteca nacional de Rabat, datado de la misma época, es escrito en letras cursivas magrebíes con tinta plateada sobre papel verde.

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